Porque el cambio es nuestro, no del emperador.
Y peor de todos. En esa totalidad hay gente que se opuso y se
opone al cambio, camuflada ahora en libertades conculcadas
antes por ellos o mimetizadas entre avances siempre reñidos con
sus dogmas.
De eso quieren valerse quienes abdicaron la plataforma
transformadora que los llevó al poder para distraernos de su
cada vez más evidente desvío.
Este fue un proyecto político levantado en las calles de Quito
la noche del 15 de abril del 2 005, cuando Correa se quedó en
su casa mientras los verdaderos parteros de la Asamblea la
hacían nacer en la capital.
Un médico cardiólogo le practicó un aborto después, en gabinete
del cual era parte Correa.
Ahora a patadas e insultos, quiere imponer el cambio un líder
que supo interpretarlo en la campaña pero lo ha perdido
progresivamente desde los días anteriores a su posesión, en que
pactó con Gutiérrez hasta llamarlo "patriota", para tres días
después demostarlo ante Chávez en Zumbahua.
Igual zigzagueo e inconsistencia ha exhibido en muchos aspectos
vitales: cuando se refiere a las FARC, consideró anacrónica su
lucha la semana pasada; ofreció repelarlas pero planteó el 20
de abril, en declaraciones a Telesur, que podría reconocerles
el estatus de beligerantes si "respetan los códigos de guerra y
el Tratado de Ginebra".
El único cambio que encarna Correa es el cambio de criterio en
un vaivén de ofensas e interpretaciones con las cuales trata de
encubrir los reveses de su gestión y lo soez de su lenguaje.
En manos de un descontrolado, así no puede estar el cambio.
Entregarle constitucionalmente más poder a un desesperado, es
llevar los anhelos de la mayoría progresista al despeñadero. El
cambio, ese que mandamos el 26 de
noviembre del 2006 y el mandamás ha interpretado a la medida de
sus complejos de grande, por apenas ser grandulón y con la
bilis de su amargura en lugar de regocijarse por el respaldo
todavía sostenido de un pueblo incrédulo ante el enésimo
engaño, no puede estar monopolizado por un capataz frustrado
quien cree tener solo peones. Jamás.
En sus frustraciones y rabietas no repara incluso ante la
dignidad de periodistas críticas e independientes, nunca
contaminadas por la política, como Tania Tinoco, para llamarla
"portavoz" de Nebot, solo porque lo cita.
Ese es un insulto para una comunicadora impoluta, quien sin
embargo, ignoró el agravio y persistió en las preguntas, sin
apelar a su condición de mujer o dama denigrada por un
sabelotodo.
El regreso del pasado es Correa. Pretende decir ahora que votar
por él no es un regreso al pasado.
A quienes promueven prematuramente esa opción (el ¡no!), tocará
demostrar que el rechazo al autoritario ensimismado de turno es
distinto a reinstalar el Congreso del 2007, a resignarnos a la
Constitución del 1998 o a mantenernos con mandatos y leyes
vigentes antes de ser aprobados en referéndum.
La amenaza del retorno de los brujos no bastará para
aguantarnos el reinado del hechicero.
Quienes forjamos una tesis 30 años, jamás vamos a claudicar
ante quien la tomó y destrozó en apenas dieciocho meses.
domingo, 20 de julio de 2008
Porque el Cambio es NUESTRO
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