Por Carlos Larreátegui
Qué utilidad tiene reflexionar sobre las normas constitucionales aprobadas por la Asamblea cuando sabemos a ciencia cierta que la campaña por el referendo será intensamente emocional y versará sobre todo lo imaginable, ¿menos la Constitución? ¿Cómo entender que los grupos y movimientos de izquierda, como Ruptura 25, luego de exigir por años debates, inclusión y consensos, ahora quieran imponer su Constitución sin acuerdos sociales básicos? Una vez más, olvidamos que las constituciones nacidas de la imposición no generan adhesión y subsisten mientras dura el poder, siempre finito, de sus mentores de turno.
La campaña por el sí no hablará de las reformas constitucionales ni de sus alcances. El Régimen tratará de levantar un dilema emotivo entre pasado y futuro, invocando fantasmas de antaño como el Congreso, la partidocracia, la crisis bancaria y presentando ilusiones del mañana con imágenes y asociaciones positivas.
El retorno del Congreso de los manteles será un argumento reiterado que buscará levantar temor e indignación entre los votantes.
En definitiva, será una campaña dirigida a activar las frustraciones y resentimientos acumulados por el país en los últimos años y que el Régimen actual sabe explotar con inteligencia.
La campaña por el no tampoco girará alrededor de la reforma constitucional y se concentrará en argumentos como el totalitarismo de AP, la supresión de libertades y derechos, las amenazas a la propiedad privada, el modelo económico populista y la legalización del aborto, entre otros.
La mala imagen de la Asamblea y algunos de sus desvaríos serán utilizados por la oposición para tratar de reafirmar la idea de que nos encontramos frente a otro Congreso que pretende perpetuarse y embriagarse de poder.
La frase célebre en la novela de Lampedusa, “si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie”, sintetiza el mensaje que la oposición utilizará en contra de la Asamblea.
En síntesis, la discusión constitucional no será más que un disfraz y una formalidad para una lucha de poder, descarnada y emocional.
Lo que verdaderamente está en juego en el referendo es la línea y permanencia del Presidente Correa.
El sí cuenta con enormes ventajas. Tiene un líder carismático y una maquinaria con infinitos recursos que serán empleados en publicidad masiva. El no carece de una estructura orgánica y sus defensores son fundamentalmente ciudadanos con limitaciones financieras y organizacionales. Si a esto añadimos las restricciones impuestas por el TSE “en nombre de la ley”, los defensores del no tendrán dificultad para transmitir mensajes de forma masiva. Será toda una lucha entre David y Goliat.
La campaña por el sí no hablará de las reformas constitucionales ni de sus alcances. El Régimen tratará de levantar un dilema emotivo entre pasado y futuro, invocando fantasmas de antaño como el Congreso, la partidocracia, la crisis bancaria y presentando ilusiones del mañana con imágenes y asociaciones positivas.
El retorno del Congreso de los manteles será un argumento reiterado que buscará levantar temor e indignación entre los votantes.
En definitiva, será una campaña dirigida a activar las frustraciones y resentimientos acumulados por el país en los últimos años y que el Régimen actual sabe explotar con inteligencia.
La campaña por el no tampoco girará alrededor de la reforma constitucional y se concentrará en argumentos como el totalitarismo de AP, la supresión de libertades y derechos, las amenazas a la propiedad privada, el modelo económico populista y la legalización del aborto, entre otros.
La mala imagen de la Asamblea y algunos de sus desvaríos serán utilizados por la oposición para tratar de reafirmar la idea de que nos encontramos frente a otro Congreso que pretende perpetuarse y embriagarse de poder.
La frase célebre en la novela de Lampedusa, “si queremos que todo siga igual, es necesario que todo cambie”, sintetiza el mensaje que la oposición utilizará en contra de la Asamblea.
En síntesis, la discusión constitucional no será más que un disfraz y una formalidad para una lucha de poder, descarnada y emocional.
Lo que verdaderamente está en juego en el referendo es la línea y permanencia del Presidente Correa.
El sí cuenta con enormes ventajas. Tiene un líder carismático y una maquinaria con infinitos recursos que serán empleados en publicidad masiva. El no carece de una estructura orgánica y sus defensores son fundamentalmente ciudadanos con limitaciones financieras y organizacionales. Si a esto añadimos las restricciones impuestas por el TSE “en nombre de la ley”, los defensores del no tendrán dificultad para transmitir mensajes de forma masiva. Será toda una lucha entre David y Goliat.
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