Han sucedido muchas cosas. El año pasado. Cuando el gobierno de Correa se fue en contra de los diputados del Congreso, yo dije qué bien, como no soy diputado. Después, cuando se fue en contra de los partidos políticos y les dijo que la partidocracia es la culpable de la larga noche neoliberal, yo dije qué bien, como no soy de la partidocracia. Otro día, cuando dijo cadáver insepulto a un ex presidente de la República, yo dije qué bien, él es el culpable de la sucretización.
Después, cuando se fue en contra de la prensa y les dijo bestias salvajes, yo dije qué bien, como no soy periodista; también cuando se fue en contra de los banqueros y les dijo que eran chulqueros, yo dije qué bien, como no soy banquero. Cuando se fue en contra de las mujeres y les dijo gorditas horrorosas, yo dije que no es conmigo y qué bien, como yo no soy ni gorda ni soy mujer; cuando dijo vieja pelucona a una anciana sobresaliente y altruista de Guayaquil, yo dije total, no soy ni viejo ni pelucón.
Cuando dijo a los emigrantes ecuatorianos en España "que por idiotas como tú el país está como está", yo dije qué bien, como yo no soy emigrante; cuando llamó momias cocteleras a la rancia diplomacia ecuatoriana, yo dije qué bien, como no soy diplomático ni embajador; cuando dijo que les vaya bonito a los indios porque representan el 5% de los ecuatorianos, también dije qué bueno, como no soy indio ni soy de movimiento indígena político.
Cuando se fueron en contra del grupo Isaías y los canales de televisión dije qué bien, por fin van a cobrar la plata a los banqueros; pero cuando la Asamblea blindó todo derecho a la defensa, ahí me preocupé. Y cuando terminé de redactar la presente, observé que a la asambleísta Martha Roldós, por quien el presidente Correa dijo que se cortaría la mano meses atrás, ahora la insultó de majadera, por no estar de acuerdo con él.
¡Ah!, pero cuando me toque a mí, todo será diferente, porque después de esto llegará el día en que vengan por mí o por ti, es decir, por el pueblo sufrido y aguantador. Ese día estaremos solos, sin nadie que nos defienda, amarrados de pies y manos y con un esparadrapo en la boca, como lo hacían los fascistas de Hitler en la década del cuarenta del siglo pasado; arrumados en las carretas de la miseria. Parece un cuento, pero esto sucedió en realidad en la revolución ciudadana del nacional socialismo del siglo XXI.
miércoles, 6 de agosto de 2008
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1 comentario:
En verdad creo que nos estamos quedando solos en el pais del neofasismo correista es por eso que hay que decir NO a la dictadura
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